Este documento describe los principales retos a los que se enfrentaron las comunidades cuando la COVID-19 se extendió por todo el mundo, de acuerdo con lo que identificaron los miembros de GNDR. Este presenta pruebas del trabajo que las organizaciones de la sociedad civil (OSC) locales están realizando en respuesta al virus. Esta experiencia de los agentes locales es la base de una serie de recomendaciones para que los gobiernos reconstruyan mejor y eviten que amenazas como esta se conviertan en desastres en el futuro.
Lo que podemos aprender del impacto de la COVID-19
La pandemia muestra que ha habido una falta de compromiso por parte de los gobiernos para comprender y abordar el riesgo. La implementación del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres está quedando rezagada.
El riesgo de desastres no está integrado en todos los sectores. Un claro ejemplo de esto son los efectos en cascada de la COVID-19 sobre el sector económico, la seguridad alimentaria y el empleo.
Las personas pobres y las que se encuentran en mayor riesgo sienten los impactos de la COVID-19, al igual que los de todos los desastres, de manera desproporcionada.
Las realidades locales no informan las políticas de RRD, lo que hace que sean ineficaces. Es fundamental comprender el riesgo desde una perspectiva local, para planificar las medidas de respuesta y para reducir el impacto en cascada de los desastres.
La vida en tiempos de COVID-19 se está convirtiendo en una nueva normalidad: fortalecer la resiliencia y adoptar un enfoque de desarrollo basado en el riesgo es más apremiante, pero también más difícil. Algunos países ya experimentan los desafíos de prepararse y responder a los desastres múltiples en el contexto de la COVID-19.
Recomendaciones para los responsables de la formulación de políticas
Hacer que la resiliencia sea la prioridad en la agenda política: los gobiernos deben fortalecer su comprensión de todos los aspectos del riesgo y elaborar una política integral de riesgos múltiples.
Se requiere colaboración y coordinación: esto implica un compromiso significativo con las organizaciones de la sociedad civil, las empresas privadas y las instituciones de investigación, en los procesos de formulación de políticas y estructuras de coordinación.
En todas las políticas de desarrollo informado por el riesgo se debería hacer más hincapié en los agentes locales. Dependemos cada vez más de los agentes locales, por lo que estos deberían tener una mayor representación en los foros en los que se toman de decisiones.
Integrar la coherencia en las estructuras de gobernanza y en las evaluaciones de riesgos, considerando el riesgo en todos los sectores y en todos los niveles de la sociedad.
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